Nuestro comportamiento ante la comida y los hábitos alimentarios se adquieren en la infancia, copiamos lo que nuestros padres hacen o por las circunstancias vividas vamos adquiriendo esos hábitos que iremos reproduciendo a lo largo de nuestra vida.
En muchas ocasiones cuando tenemos problemas de salud relacionados con nuestra alimentación, como alteraciones gastrointestinales, digestiones pesadas, sobrepeso, obesidad, etc… tiene relación directa con nuestro comportamiento alimentario.
Comer rápido es un hábito que la mayoría de la población practica. Si adoptamos este comportamiento, comer como si estuviéramos participando en un concurso en el que queremos quedar en primer lugar, además de no masticar bien los alimentos, estaremos comiendo grandes cantidades de comida sin ser conscientes. Con este hábito permitimos que nuestro estómago haga su trabajo y el de la boca.
Para sentirnos saciados actúan los mecanismos de regulación del apetito en el cerebro, si nosotros comemos más rápido que puedan actuar dichos mecanismos dejaremos de comer cuando esa sensación de saciedad esté dada por la sensación de plenitud, cuando nuestro estómago está lleno.
Se sabe que pueden existir anomalías en los sistemas que le indican al cerebro cuándo hay que dejar de comer pudiendo ser en parte responsables de algunos casos de obesidad. Cuando comemos, una de las primeras señales de saciedad es la digestión gástrica. Esta señal es transmitida por el sistema nervioso vegetativo hasta el hipotálamo, centro regulador que se encuentra en el cerebro.
El apetito, como la mayoría de los procesos del organismo, también está regulado por hormonas. Las hormonas implicadas en este proceso son:
__ La insulina, principal indicador de hambre o saciedad,
__ La leptina, producida en el tejido adiposo y tiene propiedades supresoras del hambre,
__ La grelina, conocida como “La hormona del hambre” por su función opuesta, aumentar el apetito,
__ La colecistikinina, hormona secretada por células duodenales en respuesta a la presencia de alimentos, actúa inhibiendo el vaciado gástrico, lo que contribuye a tener sensación de estar lleno.
__ Más recientemente se ha descubierto la obestatina, que también regula el peso y la ingesta de alimentos, y,
__ La oxintomodulina, secretada por células de la mucosa del estómago y que actúa suprimiendo el apetito.
Además de la implicación de las hormonas en este proceso de la sensación de saciedad también estan implicados nuestra genética y el sistema nervioso, jugando un papel importante en la regulación del apetito. En el hipotálamo se encuentra el centro del hambre y la saciedad, actuando dichas hormonas sobre estos núcleos.
Es indudable que nuestra sociedad está cambiando los hábitos alimentarios. Tenemos a nuestra disposición gran cantidad de comida, muy elaborada y de fácil preparación. Disponemos de poco tiempo y cada vez hay menos familias que comen juntas y más niños que lo hacen solos o delante del televisor. Actualmente se hace más énfasis en la importancia de los hábitos alimentarios como una de las claves en la epidemia de la obesidad, remarcando la importancia de trabajar para fomentar una alimentación saludable, como comer de forma lenta mediante raciones adecuadas y en la familia.
Depende de nosotros el modificar hábitos que a largo plazo puedan implicar un deterioro en nuestra salud. Podemos actuar individualmente o adquirir el compromiso de transmitir a nuestros pequeños unos hábitos alimentarios de calidad para evitarles problemas mayores en su edad adulta. Podemos modificar los hábitos conscientemente, adquiriendo poco a poco pautas saludables, como por ejemplo:
__ No saltarse las comidas y hacer un pequeño tentempié a media mañana y/o media tarde para evitar llegar a la mesa con mucha hambre;
__ Crear un ambiente tranquilo, sin distracciones como la televisión;
__ Masticar los alimentos de manera consciente, ser conscientes de las veces que masticamos normalmente y doblar su número en el siguiente bocado;
__ Analizar lo que tenemos en el plato antes de empezar a comer;
__ Registrar la información del sabor del alimento que estamos masticando en el cerebro;
__ Volver a llenar la cuchara cuando ya no hay comida en nuestra boca…
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PRÁCTICA
Para mejorar el hábito de comer conscientemente, intenta diariamente, en una comida como por ejemplo a primera hora, masticar un bocado durante 25-30 veces. De esta manera estamos diariamente recordando a nuestro cerebro cual es la textura adecuada del alimento antes de tragarlo. Tan sólo en un bocado a largo plazo los resultados son sorprendentes. Pruébalo y comparte tu experiencia en redes sociales etiquetando a @nicaldiet.
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Probablemente, el comer rápido es un hábito adquirido en la infancia que puede modificarse, aunque no sea fácil. Cuando una persona es consciente de lo que está comiendo y sobretodo de la masticación, se facilitará el cambio del hábito. Con nuestra voluntad, constancia y querer hacer, podemos evitarnos en el día a día un problema mayor a largo plazo. Aprende y crea tu propia estrategia y, que este hábito no te cause más problemas.