Pasear en esta época del año es un autodescubrimiento de colores específicos, colores de otoño, de recogimiento o letargo. Ocres, amarillos, marrones, naranjas, rojizos…, decoran un bello paisaje entre el verde horizonte cómo si de una acuarela se tratara.
Los árboles que nos dieron el mejor fruto desde la primavera hasta casi el alcance del otoño nos reflejan el último adiós del año para entrar en su anual letargo. Manzanos, vid, cerezos, perales, nogueras, melocotoneros…, bajan el telón para brindarnos a nuestra vista su última actuación.
La naturaleza, «sabia» donde las haya, nos da frutos con mucho color (debido al contenido de sustancias antioxidantes que le proporcionan ese color característico de cada fruto) e hidratación para los meses más calurosos del año y al decaer esos días de intenso calor nos proporciona esos frutos de guardar para tener un invierno más agradable al paladar. Manzanas, peras, frutos secos, crucíferas, membrillo, patatas, boniatos….
Apreciar la naturaleza desde todos los ángulos es como estar saboreando el presente con un paseo de otoño. Saborear sus productos, saborear el espectáculo otoñal en la retina y experimentar un contacto físico que ya muchos desconocen.
Gracias naturaleza amable por proporcionarnos un espectacular paseo de otoño, productos que nos energetizan y nos ayudan a cuidar nuestra salud.
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